Este pastel de estilo japonés se caracteriza por su suavidad extrema y su apariencia ligera, casi como si estuviera hecho de aire.
Es ideal para quienes disfrutan de postres simples pero con un acabado elegante y esponjoso.

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Con una preparación sencilla y muy pocos ingredientes, se obtiene un resultado que sorprende tanto por textura como por presentación.
Ingredientes
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120 g de chocolate blanco
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3 huevos
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Azúcar impalpable para decorar (opcional)
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Moras frescas para servir (opcional)
Preparación
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Separá las claras de las yemas y reservá ambas por separado. Derretí el chocolate blanco lentamente, ya sea al baño maría o en microondas con intervalos cortos, revolviendo hasta que quede completamente suave. Dejalo enfriar unos instantes.
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Sumá las yemas al chocolate tibio, mezclando hasta lograr una preparación uniforme. En otro bol, batí las claras hasta que lleguen a un punto firme, logrando un merengue estable que pueda aportar volumen.
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Agregá una parte del merengue a la mezcla de chocolate para aflojarla y luego incorporá el resto con movimientos envolventes y tranquilos. Esto permite que la masa conserve aire y quede bien esponjosa durante la cocción.
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Calentá una sartén antiadherente a fuego bien suave y aceitá apenas la superficie. Colocá una porción de la preparación formando un disco alto. Tapá la sartén para generar vapor, lo que ayuda a que el pastel suba de manera pareja.
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Cuando el borde esté firme, agregá un poco más de mezcla por encima para darle mayor altura. Volvé a tapar y continuá cocinando despacio, evitando que se dore demasiado rápido.
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Dalo vuelta con precaución y dejalo terminar la cocción del otro lado. El secreto es mantener el fuego bajo para que el interior se cocine sin perder la estructura aireada.
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Al finalizar, colocá los pastelitos en un plato, espolvoreá azúcar impalpable por encima y acompañalos con moras frescas para un toque fresco y vistoso.
Tips y consejos:
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Un merengue bien firme garantiza que el pastel conserve su volumen.
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El fuego muy bajo es indispensable para que se cocinen de manera pareja.
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No mezcles de golpe: los movimientos envolventes hacen toda la diferencia.
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Tapar la sartén es clave para lograr la textura suave y elevada típica de este tipo de postres.
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Si querés que queden aún más altos, sumá la mezcla en dos etapas durante la cocción.
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Servilos apenas hechos para aprovechar su textura liviana y esponjosa.
Un postre fácil, delicado y sorprendente que demuestra que con dos ingredientes se puede lograr una presentación hermosa y una textura increíble.