La tarta de queso fría es uno de esos postres que siempre triunfan.
Cremosa, suave y con un contraste delicioso gracias a la mermelada, se prepara sin necesidad de horno y con muy pocos ingredientes.
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Una receta práctica que cualquiera puede hacer en casa y que sorprende en cada bocado.
Ingredientes
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200 g de galletitas tipo vainilla
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100 g de manteca derretida
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500 g de queso crema
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200 ml de crema de leche
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120 g de azúcar
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10 g de gelatina sin sabor
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50 ml de agua
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1 cucharadita de esencia de vainilla
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200 g de mermelada de frutos rojos (frutilla, frambuesa o arándanos)
Preparación
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Triturar las galletitas hasta obtener un polvo fino y mezclarlas con la manteca derretida. Forrar la base de un molde desmontable con esta preparación, presionando bien para que quede compacta. Llevar a la heladera durante 20 minutos.
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En un bol grande, batir el queso crema junto con el azúcar y la esencia de vainilla hasta lograr una mezcla suave y sin grumos.
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Aparte, batir la crema de leche hasta que tome un poco de cuerpo, sin llegar a punto chantilly. Incorporarla a la mezcla de queso con movimientos envolventes.
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Hidratar la gelatina en el agua fría, dejar reposar unos minutos y luego disolverla a baño María o en microondas. Integrarla a la mezcla de queso mientras aún está tibia.
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Verter la crema sobre la base de galletitas y alisar bien la superficie. Llevar a la heladera por un mínimo de 4 horas, o hasta que esté firme.
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Una vez cuajada, cubrir la superficie con la mermelada de frutos rojos y volver a enfriar 30 minutos antes de servir.
Consejos:
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Para una base más crocante, podés mezclar las galletitas con una cucharada de azúcar extra o añadir un poco de coco rallado.
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Si preferís un sabor más intenso, usá queso crema tipo philadelphia o mezclalo con un poco de queso mascarpone.
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Podés variar la cobertura con dulce de leche, chocolate derretido o frutas frescas. Frutillas y arándanos son ideales para realzar el sabor.
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Asegurate de disolver bien la gelatina, ya que si quedan grumos la textura de la tarta puede no ser homogénea.
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Si querés una versión más ligera, reemplazá parte de la crema de leche por yogur natural sin azúcar.
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Lo ideal es preparar la tarta el día anterior y dejarla reposar toda la noche en la heladera, de esa manera los sabores se integran mejor y la consistencia queda perfecta.
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Para un corte prolijo, usá un cuchillo mojado en agua caliente y limpiá la hoja en cada rebanada.
Con esta receta simple y sin horno, tendrás una tarta de queso fría deliciosa, fresca y perfecta para cualquier ocasión especial o para darse un gusto en casa.