Este postre es una delicia suave, cremosa y con una textura que recuerda a una mezcla entre flan y cheesecake.
Su sabor equilibrado, dulce pero no empalagoso, lo convierte en una opción ideal para quienes buscan algo tentador sin complicarse demasiado.
Te recomendamos: Avena, manzana y zanahoria. ¡No como azucar! ¡Sin harina!
Es perfecto para servir en porciones generosas como cierre de una comida especial, o simplemente para darse un gusto frío y cremoso.
Ingredientes
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5 huevos grandes
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400 g de leche condensada
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250 g de queso mascarpone
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200 ml de crema de leche para batir
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200 ml de leche evaporada
Preparación
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Precalentá el horno a 200 °C con calor arriba y abajo.
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En un bol grande, colocá los huevos, la leche condensada, el queso mascarpone, la crema de leche y la leche evaporada.
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Batí todo con batidor de mano o licuadora hasta obtener una mezcla homogénea y sin grumos.
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Verté la preparación en un molde previamente enmantecado o forrado con papel manteca.
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Horneá durante 35 a 40 minutos, hasta que esté dorado en la superficie y al pinchar con un palillo, este salga limpio.
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Retirá del horno, dejá enfriar a temperatura ambiente y refrigerá por al menos 2 horas antes de cortar y servir.
Consejos:
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Si querés una textura más pareja, podés cocinarlo a baño María para evitar grietas o resecamiento.
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Podés reemplazar el mascarpone por queso crema, aunque cambiará un poco la textura.
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Queda excelente acompañado con frutas frescas, un poco de azúcar impalpable o una cucharada de dulce de leche.
Aunque se lo conoce como el postre “más fácil en 1 minuto”, ese minuto es solo el tiempo que te va a llevar prepararlo.
El resto del trabajo lo hace el horno y la heladera.
El resultado vale cada segundo de espera: un postre suave, cremoso y delicioso que se deshace en la boca.