Hacer pan casero es una de las experiencias más gratificantes en la cocina.
El aroma que invade la casa, la textura esponjosa y el sabor inigualable hacen que valga la pena cada minuto invertido.
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Con esta receta, vas a lograr un pan suave, dorado y con un toque dulce que lo convierte en el acompañante ideal para el mate, el café o una merienda en familia.
Ingredientes
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1 taza de leche tibia (250 ml)
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1 cucharada de levadura seca (10 g)
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½ taza de azúcar (100 g)
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1 huevo
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90 g de manteca derretida
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4 tazas de harina de trigo común (580 g)
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1 cucharadita de sal (5 g)
Para decorar:
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Azúcar gruesa (podés usar azúcar común apenas humedecida)
Preparación
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En un bol grande, colocar la leche tibia junto con la levadura seca, el azúcar, el huevo y la manteca derretida. Batir bien hasta integrar todos los ingredientes.
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Agregar la harina en dos tandas: primero la mitad y mezclar un minuto, luego el resto junto con la sal. Unir bien hasta formar una masa.
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Amasar durante unos 10 minutos hasta que la masa quede suave, lisa y elástica. Formar un bollo y colocarlo en un recipiente ligeramente aceitado. Cubrir con un paño limpio y dejar reposar hasta que duplique su tamaño.
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Una vez levada, dividir la masa en 10 porciones iguales. Formar bollitos y acomodarlos en un molde de 24 cm previamente enmantecado o enharinado.
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Tapar y dejar reposar nuevamente hasta que los bollos crezcan y se junten entre sí.
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Pincelar con yema de huevo batida y espolvorear con azúcar gruesa para darle ese toque de pan de confitería.
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Hornear en horno precalentado a 180 °C durante 40 a 45 minutos, o hasta que al pinchar con un palillo salga limpio.
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Dejar enfriar apenas antes de desmoldar y servir.
Consejos:
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Si querés un aroma más especial, añadí ralladura de limón o de naranja a la masa antes del amasado.
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Guardá el pan en una bolsa de nylon o recipiente hermético para que se conserve tierno durante 2 o 3 días.
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Si lo preferís más dulce, podés sumarle un par de cucharadas extras de azúcar a la masa.
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Para una textura más aireada, asegurate de darle suficiente tiempo de levado en cada reposo.
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Podés acompañarlo con dulce de leche, mermelada o manteca: combina perfecto en el desayuno o la merienda.
Con esta receta vas a tener un pan casero tan rico y esponjoso que no vas a querer volver a la panadería.