Postre cremoso, intenso y sin complicaciones: el tiramisú original combina café fuerte, vainillas y una crema de mascarpone aireada.
Acá tenés una versión fiel al estilo italiano, con variantes seguras para quienes prefieren evitar huevo crudo y un pequeño toque casero para darle tu sello.
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Ingredientes
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500 g de queso mascarpone bien frío
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4 huevos grandes (separados en yemas y claras) o 350 ml de crema de leche bien fría para la variante sin claras
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120 g de azúcar
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300–350 ml de café bien fuerte, frío (espresso o moka)
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2–3 cdas de licor (Marsala, Amaretto o ron), opcional
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300–350 g de vainillas (soletillas)
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Cacao amargo para espolvorear
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1 pizca de sal
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Toque casero opcional: ralladura finísima de naranja o 30 g de chocolate semiamargo rallado para la capa final
Preparación
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Prepará el café bien cargado y dejalo enfriar. Si te gusta, perfumalo con el licor. Reservá en un plato hondo.
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Separá yemas y claras. Colocá el mascarpone en un bol y batilo apenas para alisarlo (sin pasar de punto, así no se corta).
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Crema de yemas. Batí las yemas con 80 g de azúcar hasta que estén muy pálidas y espesas. Opción segura: hacé un sabayón a baño María, batiendo hasta que la mezcla llegue a 72 °C; retiralo y enfriá.
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Integrá el sabayón (o las yemas batidas) al mascarpone con espátula, movimientos envolventes, hasta lograr una crema lisa.
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Airear la mezcla. Camino clásico: batí las claras con pizca de sal; cuando espumen, agregá de a lluvia los 40 g de azúcar restantes y llevá a punto nieve brillante. Incorporá a la crema en dos tandas, con suavidad. Variante sin huevo crudo: en lugar de claras, batí crema al 70% (no completamente firme) y mezclala del mismo modo.
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Armado. Pasá cada vainilla por el café solo un segundo por lado (no las empapes) y formá una capa en una fuente rectangular.
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Extendé la mitad de la crema de mascarpone. Alisá. Repetí con otra capa de vainillas mojadas y terminá con crema.
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Cubrí la fuente y llevá a heladera 6–8 horas, ideal toda la noche para que tome cuerpo y se unifiquen los sabores.
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Antes de servir, tamizá cacao amargo por arriba y, si querés el toque casero, sumá ralladura mínima de naranja o un velo de chocolate rallado.
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Cortá en porciones con espátula mojada en agua caliente, secando cada vez para bordes limpios.
Consejos:
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Huevos pasteurizados: si no hacés baño María, buscá huevos pasteurizados o usá la variante con crema para mayor tranquilidad.
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Textura justa: el mascarpone no se bate fuerte; solo se alisa. Si se corta, incorporá una cucharada de crema semibatida fría para recuperarlo.
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Café frío siempre: si las vainillas tocan café tibio se desarman; enfriá bien y mojá rápido.
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Dulzor equilibrado: el cacao amargo compensa; si el café quedó muy fuerte, sumá 1 cdita de azúcar al remojo.
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Proporciones que rinden: para fuentes 20×30 cm, 500 g de mascarpone + 300 g de vainillas alcanzan perfecto para 8–10 porciones.
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Sin alcohol: reemplazá el licor por 1 cdita de extracto de vainilla o una cucharadita de miel en el café.
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Freezer, sí o no: no se recomienda congelarlo armado; la humedad rompe la galleta. Podés congelar la crema sola hasta 1 mes, descongelar en heladera y batir apenas.
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Presentación: espolvoreá cacao en dos capas finas para un tono parejo; si usás stencil, hacelo justo antes de la mesa para que no se humedezca.
Con reposo, buen café y un mascarpone frío, este tiramisú sale siempre.
Fiel al original y con ese toque casero que lo vuelve propio, perfecto para cerrar una comida con aplausos.