Las figacitas de manteca son un clásico ideal para desayunos, meriendas y sándwiches suaves.
Su miga tierna y su aroma casero las convierten en un pan irresistible para cualquier ocasión.

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Con esta receta simple vas a poder prepararlas en casa sin complicaciones y con un resultado súper esponjoso.
Ingredientes (para 4 personas)
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500 g de harina 000 o 0000
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25 g de levadura fresca o 10 g de levadura seca
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1 cucharada de miel o azúcar
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10 g de sal fina
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50 g de manteca pomada
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250 ml de agua tibia
Preparación
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En un bol pequeño, disolver la levadura con la miel o azúcar y 100 ml del agua tibia. Dejar reposar 10 minutos hasta que se forme una espuma en la superficie.
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En un bol grande, tamizar la harina y mezclarla con la sal.
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Sumar la manteca pomada y frotarla con la harina hasta lograr un arenado parejo.
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Incorporar la mezcla de levadura activada y el agua tibia restante. Unir todo hasta conseguir una masa integrada.
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Amasar durante 10 minutos sobre la mesada hasta obtener una masa lisa y elástica.
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Colocar la masa en un bol, cubrir con un paño húmedo y dejar levar 1 hora o hasta que duplique su tamaño.
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Desgasificar la masa y dividirla en porciones de aproximadamente 50 g cada una. Formar bolitas prolijas y parejas.
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Acomodarlas sobre una bandeja con papel manteca o apenas enmantecada, dejando espacio entre ellas.
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Cubrir nuevamente y dejar reposar 30 minutos más para que aumenten de tamaño.
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Precalentar el horno a 180 °C y cocinar las figacitas durante 15 a 20 minutos, hasta que estén tiernas y apenas doradas por arriba.
Consejos:
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Para lograr figacitas bien blancas, colocá la bandeja en la parte alta del horno.
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Si querés que salgan más esponjosas, agregá una cucharada extra de miel en la activación de la levadura.
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Amasá con movimientos firmes: cuanto más elástica la masa, mejor será el levado.
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Evitá agregar harina de más, ya que endurece el pan. Si la masa está un poco pegajosa, solo enhariná levemente la mesada.
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Podés sustituir parte del agua por leche tibia para un sabor más suave.
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Para que mantengan su humedad, una vez horneadas cubrilas con un repasador hasta que se enfríen.
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Si querés sabor extra, agregá una cucharadita de manteca derretida por encima apenas salen del horno.
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Se congelan muy bien ya horneadas: solo tenés que calentarlas 5 minutos en horno suave antes de consumir.
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Si las usás para sándwiches, aplastalas apenas con la mano antes del segundo levado para que queden más chatitas.
Estas figacitas quedan tiernas, livianas y perfectas para cualquier comida del día.