Cremoso, brillante y con ese equilibrio perfecto entre dulce y salado, este glaseado de caramelo salado es una tentación que realza cualquier postre.
Ideal para cubrir tortas, cupcakes o rellenar galletitas, su textura sedosa y su sabor profundo lo convierten en un favorito para reuniones y celebraciones.
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Ingredientes
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200 g de azúcar común
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60 ml de agua
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120 ml de crema de leche
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1 cucharadita de esencia de vainilla
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½ cucharadita de sal fina o sal marina en escamas
Preparación
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Colocar el azúcar y el agua en una cacerola de fondo grueso. Llevar a fuego medio hasta que el azúcar se disuelva por completo, sin revolver, solo moviendo suavemente la cacerola.
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Una vez disuelto, subir el fuego y dejar hervir hasta que el caramelo tome un color ámbar oscuro. Vigilar de cerca para que no se queme.
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Retirar del fuego e incorporar la crema de leche de a poco. El caramelo burbujeará con fuerza; hacerlo con cuidado para evitar salpicaduras.
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Añadir la esencia de vainilla y mezclar bien hasta que la preparación esté homogénea.
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Incorporar la sal y revolver hasta integrar por completo.
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Pasar el glaseado a un bol y dejar enfriar a temperatura ambiente.
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Una vez frío, usar inmediatamente o guardar en frasco hermético en la heladera por hasta una semana.
Consejos:
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Para un sabor más intenso, podés usar azúcar mascabo o rubia en lugar de azúcar blanca.
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Si querés una textura más firme para decorar, dejá que el glaseado repose unas horas en la heladera antes de usarlo.
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Usar sal marina en escamas al final realza el contraste entre dulce y salado.
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El punto del caramelo es clave: si está demasiado claro, el sabor será más suave; si está muy oscuro, puede amargar. Lo ideal es un tono ámbar profundo.
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Este glaseado combina muy bien con tortas de chocolate, bizcochuelo de vainilla, cheesecakes o brownies.
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También se puede usar como salsa tibia para helados o panqueques, calentándolo apenas antes de servir.
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Si al enfriarse queda demasiado espeso, podés agregar un chorrito extra de crema de leche y batir hasta lograr la consistencia deseada.
Con este glaseado, cualquier postre se transforma en una experiencia gourmet, combinando la suavidad del caramelo con ese toque salado que lo hace simplemente irresistible.