Crujientes por fuera, suaves por dentro y con ese sabor clásico que recuerda a la infancia: así son los buñuelos caseros.
Esta receta tradicional, fácil y rendidora, es perfecta para acompañar el mate o el café de la tarde.

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No necesitás ingredientes raros ni aparatos especiales, solo ganas de disfrutar algo bien casero.
Ingredientes
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2 huevos
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½ taza de azúcar
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1 pizca de sal
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2 tazas de harina de trigo común
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1 cucharada de polvo para hornear
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¾ taza de leche
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Aceite para freír (cantidad necesaria)
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Azúcar impalpable para espolvorear (opcional)
Preparación
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En un bowl grande, batí los huevos junto con el azúcar hasta que la mezcla quede espumosa y clara.
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Agregá la pizca de sal y mezclá bien para realzar el sabor.
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Incorporá la harina y el polvo para hornear de a poco, intercalando con la leche. Mezclá con cuchara o batidor hasta formar una masa espesa y sin grumos.
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Si la masa queda muy líquida, agregá un poco más de harina; si está muy firme, un chorrito extra de leche. La textura debe ser cremosa, como una pasta densa que se pueda tomar con una cuchara.
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Calentá abundante aceite en una sartén profunda a fuego medio. Para saber si está listo, tirá una pequeña porción de masa: si burbujea y sube rápido, el aceite está a punto.
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Con una cuchara, tomá porciones de masa y colocalas en el aceite caliente, sin sobrecargar la sartén.
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Freí los buñuelos hasta que estén dorados por todos lados, girándolos para que se cocinen de manera pareja.
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Retiralos con una espumadera y colocalos sobre papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.
Tips y consejos:
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Espolvoreá con azúcar impalpable o pasalos por una mezcla de azúcar y canela mientras aún estén tibios.
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Si querés una versión más liviana, podés cocinarlos en el horno a 180 °C durante unos 20 minutos, hasta que estén dorados.
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También podés saborizar la masa con ralladura de limón, naranja o una cucharadita de vainilla.
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Para una textura más aireada, batí las claras a punto nieve e incorporalas suavemente al final.
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Si el aceite está muy caliente, los buñuelos se doran rápido por fuera pero quedan crudos por dentro; mantené siempre el fuego medio.
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Guardalos en un recipiente cerrado una vez fríos: se mantienen tiernos hasta el día siguiente.
Con esta receta clásica vas a lograr buñuelos dorados, esponjosos y llenos de sabor, tal como los preparaba la abuela.
Una opción simple, económica y deliciosa para disfrutar en cualquier momento.