Las frutillas son una de las frutas más deliciosas y fragantes, pero también de las más delicadas.
Suelen estropearse rápidamente si no se manipulan y almacenan correctamente.
Te recomendamos: ¡Este postre de frutilla se hace en 10 minutos y no necesita horno!
Por eso, aprender a conservarlas frescas por más tiempo es clave para disfrutar su sabor natural durante varios días.
Con estos simples pasos vas a poder mantenerlas firmes, limpias y sabrosas sin que se echen a perder.
Qué necesitás
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Frutillas frescas (sin golpes ni partes blandas)
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Vinagre blanco o de manzana
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Agua
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Recipiente grande
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Papel de cocina o repasador limpio
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Recipiente hermético o frasco de vidrio
Paso a paso
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Elegí las mejores frutillas
Seleccioná aquellas que estén firmes, con color rojo brillante y sin zonas blandas ni moho. Las más maduras podés usarlas primero en licuados, postres o mermeladas. -
Prepará una solución limpiadora
En un recipiente grande, mezclá una parte de vinagre por tres partes de agua. Este baño ayuda a eliminar bacterias y esporas de moho, prolongando la vida útil de las frutillas. -
Lávalas con cuidado
Colocá las frutillas en la mezcla durante unos minutos. Movelas suavemente para limpiar la superficie sin dañarlas. Luego, enjuagalas con agua fría para eliminar el resto del vinagre. -
Secalas bien
Extendelas sobre papel de cocina o un repasador limpio. Dejalas secar completamente, ya que la humedad es el principal enemigo de su conservación. -
Guardalas correctamente
Una vez secas, colocá las frutillas en un recipiente hermético forrado con papel absorbente en la base. No las amontones: hacé una sola capa o, si son muchas, intercalá papel entre cada nivel. Cerrá el recipiente sin apretar demasiado. -
Ubicación ideal
Guardá el recipiente en la heladera, preferentemente en la parte menos fría (el cajón de las verduras). De esta forma, las frutillas pueden durar frescas entre 5 y 7 días.
Consejos:
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Evitá sacarles el cabito antes de guardarlas, ya que eso acelera su deterioro.
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No las laves hasta el momento de consumirlas si pensás guardarlas sin el tratamiento con vinagre.
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Si ves alguna que empieza a ablandarse, retirala enseguida para que no afecte al resto.
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Podés congelarlas si querés conservarlas más tiempo: lavalas, secá bien, cortalas si preferís y llevá al freezer en una bandeja antes de pasarlas a una bolsa hermética.
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Para devolverles frescura antes de usarlas, podés colocarlas unos minutos en agua fría con unas gotas de limón.
Con estos simples cuidados, tus frutillas se mantendrán perfectas durante varios días, conservando su aroma, textura y color como recién compradas.