Los churros son un clásico que nunca falla y que se puede preparar con muy pocos ingredientes.
Esta versión casera logra una masa firme, fácil de trabajar y perfecta para freír sin que se desarmen.

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Quedan dorados, crocantes por fuera y suaves por dentro, ideales para acompañar con azúcar o dulce de leche.
Ingredientes
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1 taza de agua
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2 cucharadas de azúcar
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½ cucharadita de sal
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2 cucharadas de aceite
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1 taza de harina
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Aceite para freír
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Azúcar para espolvorear
Preparación
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Colocá en una olla el agua, el azúcar, la sal y el aceite. Calentá a fuego medio hasta que hierva.
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Cuando rompa hervor, agregá la harina de una sola vez y mezclá enérgicamente con cuchara de madera hasta obtener una masa densa que se despegue de las paredes de la olla.
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Retirá del fuego y dejá enfriar unos minutos. Pasá la masa a una manga pastelera con boquilla rizada resistente.
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Calentá abundante aceite en una sartén profunda a fuego medio-alto. Cuando esté bien caliente, comenzá a presionar la manga formando tiras directamente sobre el aceite.
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Freí los churros hasta que estén dorados y crocantes, dándolos vuelta para que se cocinen parejo.
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Retiralos con espumadera y apoyalos sobre papel absorbente para quitar el exceso de aceite.
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Espolvoreá con azúcar mientras aún están tibios para que se adhiera mejor.
Consejos:
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La masa debe quedar firme y compacta; si está demasiado blanda, puede romperse al presionar la manga.
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Si la masa queda muy dura y cuesta sacarla, agregá apenas una cucharadita de agua tibia para ajustarla.
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La boquilla rizada es fundamental para crear los surcos que ayudan a que el churro quede más crocante.
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Usá una manga resistente, ya que la masa de los churros ejerce bastante presión al momento de formar las tiras.
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Probá la temperatura del aceite con un pedacito de masa: si burbujea rápido y flota, está lista. Si se hunde y tarda en subir, falta calor.
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No frías muchos churros juntos: el aceite pierde temperatura y se vuelven aceitosos.
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Mantené el fuego medio-alto; muy bajo hace que se ablanden y muy alto los quema por fuera sin cocinarlos por dentro.
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Si querés una versión más liviana, dejá escurrir bien los churros sobre una rejilla después del papel absorbente.
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Podés mezclar el azúcar con canela para darles un toque aromático.
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Para churros rellenos, esperá a que se enfríen y cargá una manga fina con dulce de leche blando o crema pastelera.
Este método permite obtener churros crocantes, dorados y rendidores, ideales para disfrutar recién hechos en cualquier momento del día.