Si querés un clásico de la merienda o un acompañamiento dulce para el mate, esta receta de buñuelitos de la abuela es ideal.
Con pocos ingredientes y en muy poco tiempo, podés disfrutar de una tanda de buñuelos dorados, esponjosos y con ese toque casero que tanto nos gusta.
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Ingredientes
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2 tazas de harina común
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1 taza de leche
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1 huevo
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3 cucharadas de azúcar
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1 cucharadita de polvo de hornear (opcional, para que queden más aireados)
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Aceite para freír (cantidad suficiente)
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Azúcar común o azúcar con canela para espolvorear
Preparación
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En un bol grande, colocá la harina, el azúcar y el polvo de hornear. Mezclá bien los ingredientes secos.
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En otro recipiente, batí el huevo junto con la leche hasta que queden bien integrados.
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Incorporá los líquidos a la mezcla de harina, revolviendo con cuchara o batidor de mano hasta obtener una masa espesa pero que se pueda tomar con cuchara. Si ves que queda muy líquida, agregá un poco más de harina.
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Poné a calentar abundante aceite en una sartén profunda o cacerola a fuego medio-alto. Para saber si está listo, tirá un poco de la mezcla y fijate que suba rápido y se dore.
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Con una cuchara sopera, tomá porciones de masa y dejalas caer con cuidado en el aceite caliente. No pongas muchas a la vez para que no baje la temperatura.
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Freí los buñuelitos hasta que estén bien inflados y dorados por todos lados, dándolos vuelta a mitad de cocción.
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Retiralos con espumadera y dejalos escurrir sobre papel absorbente.
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Espolvoreá por encima con azúcar o con una mezcla de azúcar y canela, según tu gusto.
Consejos:
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Si querés buñuelos más suaves por dentro, podés agregar una cucharada de esencia de vainilla a la masa.
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También podés mezclar la leche con un chorrito de ralladura de limón o de naranja para darles un toque cítrico.
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Si preferís una versión más liviana, podés reemplazar la mitad de la leche por agua.
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Para un resultado más esponjoso, asegurate de que el aceite esté bien caliente al momento de freír.
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Estos buñuelos son ideales para comer recién hechos, cuando todavía están tibios.
Una receta simple y bien casera, de esas que siempre vuelven a la mesa en las tardes frescas o en días de antojo dulce.