Estas galletas combinan la textura mantecosa de una masa suave con el sabor ácido de los arándanos y el toque crujiente y elegante de los pistachos.
Son perfectas para acompañar un café, regalar o disfrutar como un snack dulce y sofisticado.

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Además, se preparan fácilmente y pueden conservarse por varios días sin perder su sabor.
Ingredientes
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200 g de manteca (a temperatura ambiente)
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100 g de azúcar impalpable
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1 cucharadita de esencia de vainilla
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250 g de harina común (0000)
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50 g de maicena
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80 g de pistachos pelados y picados
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80 g de arándanos secos (podés usar también cranberries)
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1 pizca de sal
Preparación
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Preparar la masa base:
En un bol, batí la manteca con el azúcar impalpable hasta obtener una crema suave y clara. Agregá la esencia de vainilla y mezclá. -
Incorporar los secos:
Añadí la harina tamizada junto con la maicena y la pizca de sal. Mezclá con una espátula o las manos hasta formar una masa uniforme, sin amasar demasiado. -
Agregar los frutos:
Incorporá los pistachos picados y los arándanos secos. Mezclá hasta distribuirlos de manera pareja en la masa. -
Formar las galletas:
Dividí la masa en dos partes y formá cilindros de unos 4 cm de diámetro. Envolvelos en film transparente y llevá a la heladera por 1 hora para que tomen firmeza. -
Cortar y hornear:
Precalentá el horno a 170 °C. Retirá los cilindros de la heladera y cortá rodajas de aproximadamente 1 cm de espesor.
Colocá las galletas sobre una placa con papel manteca, dejando espacio entre ellas. Horneá de 12 a 15 minutos, hasta que los bordes estén apenas dorados. -
Enfriar y servir:
Dejalas enfriar completamente sobre una rejilla antes de manipularlas. Al enfriar, toman su textura crocante y mantecosa.
Tips y consejos:
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Podés usar nueces, almendras o avellanas en lugar de pistachos.
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Si preferís un toque más dulce, agregá un poco de chocolate blanco picado a la masa.
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Guardalas en una lata o frasco hermético: se conservan perfectas hasta 10 días.
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Si querés un acabado más delicado, espolvoreá con un poco de azúcar impalpable antes de servir.
Estas galletas con arándanos y pistachos son una delicia equilibrada entre lo dulce, lo ácido y lo crocante.
Perfectas para compartir o disfrutar con una buena taza de té o café.