Las frutillas son deliciosas y versátiles, pero tienen un problema: duran poco.
Por suerte, congelarlas correctamente permite disfrutarlas durante meses sin que pierdan su sabor natural ni su textura.
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El secreto está en prepararlas bien antes de llevarlas al freezer y en seguir unos pasos simples para que mantengan todo su color, aroma y dulzura.
Qué necesitás
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Frutillas frescas y firmes
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Agua
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Vinagre blanco o de manzana
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Papel de cocina o repasador
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Bandeja grande
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Papel manteca o film
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Bolsas herméticas o recipientes aptos para freezer
Paso a paso
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Seleccioná las frutillas adecuadas
Elegí las que estén en su punto justo de madurez: ni verdes ni pasadas. Las que estén demasiado blandas o con moho no sirven para congelar, ya que afectarán al resto. -
Limpialas correctamente
Prepará una mezcla de una parte de vinagre por tres partes de agua. Sumergí las frutillas unos minutos y luego enjuagalas con agua fría. Este paso ayuda a eliminar bacterias y prolongar su conservación. -
Secalas con cuidado
Extendelas sobre papel de cocina o un repasador limpio. Asegurate de que queden completamente secas antes de congelarlas, ya que la humedad genera cristales de hielo y arruina la textura. -
Quitales el cabito
Una vez secas, retirá los cabitos con la mano o con un cuchillo pequeño. Si lo hacés antes del lavado, el agua puede filtrarse dentro de la fruta y afectar su sabor. -
Congelado rápido en bandeja
Colocá las frutillas en una bandeja cubierta con papel manteca, separadas entre sí para que no se peguen. Llevá al freezer por unas 2 o 3 horas, o hasta que estén completamente duras. -
Guardá en bolsas o frascos
Una vez congeladas, pasalas a una bolsa hermética o recipiente cerrado. Así ocupan menos espacio y no absorben olores del freezer.
Consejos:
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Si querés usarlas para licuados o postres, podés cortarlas a la mitad antes de congelar.
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Para preparaciones dulces, podés espolvorearlas con una cucharadita de azúcar antes de guardarlas; esto ayuda a conservar su sabor.
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Evitá descongelarlas a temperatura ambiente, ya que se ablandan demasiado. Lo ideal es pasarlas del freezer a la heladera unas horas antes de usarlas.
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Si las vas a usar para cocinar (como en salsas o mermeladas), podés agregarlas directamente congeladas.
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Almacenadas correctamente, pueden durar hasta 8 meses sin perder sabor ni color.
Congelar frutillas de esta manera es una excelente forma de tener siempre a mano una fruta fresca, lista para disfrutar en licuados, tortas, compotas o como topping natural.