Este pastel es una verdadera delicia para quienes disfrutan de los sabores intensos y caseros.
Tiene una miga húmeda, un aroma irresistible a vainilla y manteca, y la textura crocante de las nueces tostadas que lo hacen único.
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Ideal para acompañar el café o servir como postre en cualquier ocasión especial.
Ingredientes
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6 huevos grandes
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300 g de azúcar
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380 g de manteca derretida
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30 ml (2 cucharadas) de aceite
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2 cucharadas de esencia de vainilla
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200 ml de leche
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600 g de harina de trigo común
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20 g de polvo de hornear
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200 g de nueces pecanas picadas (para el relleno)
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150 g de nueces enteras (para decorar)
Preparación
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En un bol grande, batí los huevos con el azúcar hasta que la mezcla quede espumosa y de un color más claro. Este paso es clave para que el pastel tenga una textura aireada.
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Agregá la manteca derretida, el aceite y la esencia de vainilla. Mezclá bien con un batidor de mano hasta integrar por completo.
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Incorporá la leche poco a poco, batiendo suavemente para mantener la mezcla homogénea.
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En otro recipiente, tamizá la harina junto con el polvo de hornear. Agregá los ingredientes secos a la preparación líquida en tres partes, mezclando con movimientos envolventes para evitar que se pierda el aire incorporado.
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Sumá las nueces picadas y mezclá hasta distribuirlas de manera pareja por toda la masa.
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Enmantecá y enhariná un molde redondo o rectangular, según prefieras. Verté la preparación y alisá la superficie con una espátula.
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Colocá las nueces enteras por encima, distribuyéndolas de manera ordenada para decorar.
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Llevá el molde al horno precalentado a 180 °C y horneá durante 45 a 55 minutos, o hasta que al insertar un palillo en el centro, salga limpio.
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Una vez cocido, retiralo del horno y dejalo enfriar a temperatura ambiente antes de desmoldar.
Tips y consejos:
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Si querés un sabor más intenso, tostá las nueces picadas durante unos minutos en una sartén seca antes de incorporarlas a la masa. Esto realza su aroma y su textura.
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Podés reemplazar parte de la leche por crema de leche para obtener un pastel más húmedo y con una miga más suave.
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Si no tenés nueces pecanas, también podés usar nueces comunes o almendras.
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Para darle un toque especial, pincelá la superficie del pastel con un poco de miel o almíbar apenas lo retires del horno. Le aportará brillo y un dulzor extra.
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Conservá el pastel cubierto con film o en un recipiente hermético para mantener su frescura durante varios días. También puede freezarse por porciones.
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Si lo servís como postre, acompañalo con una bocha de helado de crema americana o un poco de crema batida.
Con esta receta vas a lograr un pastel dorado, húmedo y con un aroma irresistible a manteca y vainilla, perfecto para disfrutar en familia o sorprender con un toque artesanal.