Nada peor que abrir el placard y sentir humedad o ropa “lavada pero sin perfume”.
La buena noticia: con una rutina simple y algunos ajustes en el lavarropas, podés lograr telas limpias, secas y con aroma parejo sin gastar de más.
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La base: limpieza del lavarropas
El mal olor suele venir de la máquina, no de la ropa.
Una vez por mes corré un ciclo caliente vacío con 1 taza de vinagre blanco o con un limpiador específico para lavarropas.
Secá la goma de la puerta después de cada lavado y dejá la tapa entreabierta para que ventile.
Limpiá filtro y cajetín del detergente: ahí se junta mugre y jabón viejo que fermenta y pasa olor.
Dosificación y programa correctos
Más producto no significa más perfume: el exceso de detergente queda atrapado en las fibras y, al secarse lento, huele a humedad.
Usá la medida recomendada y elegí programas de enjuague suficientes.
Para cargas grandes o muy transpiradas, sumá un enjuague extra.
Si la zona tiene agua dura, alterná 1 cucharada de bicarbonato en el lavado para ayudar a enjuagar.
Potenciadores caseros que funcionan
Para cortar olores persistentes (ropa de gym, toallas), agregá ½ taza de vinagre blanco en el compartimiento del suavizante.
Neutraliza aromas sin dejar olor a ensalada. ¿Querés un plus de perfume?
En un frasco mezclá 1 taza de vinagre + 10–15 gotas de aceite esencial (lavanda, limón, eucalipto).
Agitá y usá 1–2 cucharadas en el enjuague. Importante: nunca mezcles vinagre con lavandina.
Secado: el verdadero cambio
La frescura se pierde si la prenda queda húmeda más de la cuenta. Tendé apenas termina el lavado, sacudí bien y estirá costuras.
Si secás adentro, abrí ventanas y usá un ventilador suave apuntando al tender; seca parejo y evita el clásico olor a encierro.
Las toallas necesitan aire: no las apiles húmedas.
En días fríos, rotá las prendas de lugar para que no queden zonas “encimadas” que tardan el doble.
Guardado inteligente en el placard
Placard perfumado no es placard limpio.
Pasá un paño con agua tibia y un chorrito de vinagre cada dos o tres meses y dejá ventilar.
Usá bolsas de tela para ropa de estación (el plástico encierra humedad) y colocá sachés con cáscaras de cítricos secas, granos de café o bolitas de cedro.
Si vivís en zona húmeda, sumá un deshumidificador o sobres antihumedad; vas a notar el cambio.
Cómo perfumar sin saturar
Las telas toman mejor el aroma cuando están totalmente secas.
Hacé un spray textil casero: 200 ml de agua destilada + 1 cucharadita de alcohol tipo vodka + 10–15 gotas de aceite esencial.
Rociá a 30–40 cm sobre camperas, cortinas o acolchados y dejá que el aire haga su trabajo.
Evitá empapar: buscá neblina fina.
Rescate express para olores puntuales
Zapatillas o mochilas: espolvoreá bicarbonato, dejá actuar toda la noche y sacudí.
Toallas con “olor a húmedo” crónico: lavá a 60 °C si la etiqueta lo permite, con ½ taza de vinagre en el enjuague y sin suavizante (sella las fibras y retiene humedad).
Ropa deportiva muy cargada: remojo previo de 30 minutos con agua tibia y una cucharada de detergente enzimático.
Tips y consejos:
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No sobrecargues el tambor: necesitás espacio para que el agua circule y enjuague bien.
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Elegí perfumes limpios (cítricos, lavanda, eucalipto) para no cansar; rotarlos ayuda a “sentir” el aroma.
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Colgá remeras y camisas en perchas para que sequen con forma y sin zonas húmedas ocultas.
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Si usás secarropa, limpiá el filtro de pelusas en cada ciclo y agregá una bola de lana: reduce electricidad estática y acelera el secado.
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Las prendas de lana y deporte agradecen jabones específicos; rinden más y dejan mejor olor.
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Para viajes o urgencias: toalla de microfibra + ventilación 15 minutos; levanta olor sin volver a lavar.
Con lavarropas limpio, dosificación justa y secado rápido, la ropa queda fresca por más tiempo.
Sumá un buen guardado y un spray liviano y vas a abrir el placard con esa sensación rica de “recién lavado” todos los días.