Dormir con la televisión encendida es un hábito más común de lo que se piensa.
Muchas personas lo hacen por costumbre, como una forma de sentirse acompañadas o simplemente para tener un sonido de fondo.
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Sin embargo, desde la psicología este comportamiento puede revelar mucho más que una simple rutina nocturna.
Ruido de fondo: una estrategia para lidiar con la ansiedad
Según especialistas en conducta del sueño, quienes se quedan dormidos con la televisión prendida suelen estar lidiando con ansiedad nocturna, estrés acumulado o miedo a la soledad.
El sonido constante de fondo funciona como una forma de distracción mental, que evita que aparezcan pensamientos intrusivos o preocupaciones que alteren el descanso.
Muchas personas afirman que no pueden dormir en silencio absoluto.
En estos casos, la televisión actúa como un “acompañante simbólico” que proporciona cierta seguridad emocional.
El contenido en sí mismo no siempre importa, ya que el objetivo es mantener la mente ocupada hasta que el cuerpo se relaje por completo.
Además, se ha observado que el hábito de dormirse viendo televisión puede responder a un intento inconsciente de postergar el momento de descanso, especialmente en personas con rutinas muy intensas o emociones no procesadas.
Un hábito en crecimiento que puede afectar la calidad del descanso
Un informe publicado por la National Sleep Foundation reveló que casi el 30% de las personas duerme con la televisión encendida.
Este número crece cada año, sobre todo en contextos urbanos donde el estrés diario dificulta el descanso profundo.
Las personas que duermen con la televisión suelen tener un ritmo de vida irregular o dificultades para desconectarse del día.
Encienden el televisor para relajarse pero, sin notarlo, convierten ese comportamiento en parte del ritual para dormir.
El problema es que este tipo de estímulo puede alterar el ciclo natural del sueño, afectando la fase REM y reduciendo la calidad del descanso.
Dormir con luces y sonidos artificiales genera una estimulación constante del cerebro, que permanece parcialmente activo, lo que impide alcanzar un sueño verdaderamente reparador.
Claves para mejorar el descanso nocturno
Para quienes desean mejorar la calidad de su sueño, los psicólogos recomiendan adoptar ciertos hábitos saludables.
Dormir en completa oscuridad, apagar cualquier pantalla al menos media hora antes de acostarse y evitar el uso de dispositivos electrónicos en la cama son algunos de los primeros pasos.
También se sugiere incorporar actividades relajantes como leer con una luz tenue, realizar respiraciones profundas, meditación guiada o escuchar sonidos suaves como lluvia o música instrumental.
Respetar las horas recomendadas de descanso según la edad es fundamental: entre 7 y 8 horas para adultos, más en niños y adolescentes, y un poco menos en la vejez.
Lo importante es prestar atención al cuerpo y generar una rutina nocturna consciente y sostenida.
Dormir bien es mucho más que un hábito: es una herramienta clave para mantener la salud física, mental y emocional.