Una receta fácil, rendidora y con un sabor increíble.
Esta pechuga de pollo rellena es ideal para un almuerzo de domingo o una cena especial.
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El contraste entre la suavidad del queso y el sabor de la espinaca salteada hace que este plato se convierta en un clásico de tu cocina.
Ingredientes
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4 pechugas de pollo deshuesadas y sin piel
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200 g de espinaca fresca o congelada
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2 dientes de ajo picados
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1 cucharada de aceite de oliva
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150 g de queso crema (o ricotta, mozzarella, o el que tengas)
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½ taza de queso rallado (parmesano, mozzarella o similar)
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¼ cdita de nuez moscada (opcional)
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Sal y pimienta a gusto
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1 huevo (opcional, para empanar)
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½ taza de pan rallado (opcional)
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Aceite o manteca para dorar
Preparación
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Lavá bien las hojas de espinaca y cortalas en tiras si son frescas. Si usás espinaca congelada, descongelala y escurrila bien para eliminar el exceso de agua.
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En una sartén, calentá una cucharada de aceite de oliva y dorá el ajo apenas unos segundos.
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Agregá la espinaca y salteala hasta que se ablande y se evapore el líquido. Retirá del fuego y dejá que se enfríe un poco.
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En un bol, mezclá la espinaca con el queso crema y el queso rallado. Condimentá con sal, pimienta y nuez moscada a gusto.
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Hacé un corte horizontal en cada pechuga para formar un bolsillo, sin llegar a cortar del todo.
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Rellená cada pechuga con la mezcla de espinaca y queso. Si te parece necesario, sujetalas con palillos.
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Si querés un resultado crocante, pasá las pechugas por huevo batido y luego por pan rallado. Si preferís una versión más liviana, podés saltearlas directamente.
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En una sartén grande, calentá un chorrito de aceite o una cucharada de manteca y cociná las pechugas 6–7 minutos por lado, hasta que estén doradas.
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Si son muy gruesas y no se cocinan del todo, podés llevarlas al horno a 180 °C durante 10–15 minutos para terminar la cocción.
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Servilas calientes, acompañadas de arroz, puré o una ensalada fresca.
Consejos:
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Escurrí bien la espinaca si es congelada, para evitar que el relleno pierda líquido.
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No rellenes demasiado para evitar que se salga durante la cocción.
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Si usás horno para terminarlas, podés espolvorear más queso por arriba y gratinar.
Una receta simple, sabrosa y que queda con ese dorado irresistible. Probala y vas a ver que se vuelve un clásico en tu casa.