Un helado casero puede ser tan cremoso y sabroso como uno comprado, siempre que se mezclen bien los ingredientes y se respete el enfriado.
Esta versión con nueces es suave, aromática y con una textura que combina cremosidad y crocantez.

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Es ideal para preparar sin máquina y disfrutar en cualquier época del año.
Ingredientes
150 g de nueces
200 ml de leche fría
150 g de azúcar mascabo
300 ml de crema de leche semimontada
200 g de azúcar común
1 vaso de agua
Preparación
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Colocá el azúcar común en una cacerolita junto con el vaso de agua y llevá a fuego medio. Mezclá hasta disolver y dejá hervir unos minutos, solo hasta obtener un almíbar liviano. Retirá del fuego y dejá enfriar por completo.
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Picá las nueces de manera irregular para que haya pedacitos más grandes y otros más pequeños. Lleválas a una sartén limpia y tostalas a fuego bajo, apenas unos minutos, para realzar su aroma. Dejalas enfriar y reservá una pequeña porción para decorar.
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En un bol amplio mezclá la leche fría con el azúcar mascabo. Revolvé bien hasta que el azúcar se integre lo mejor posible. Sumá el almíbar ya frío y mezclá nuevamente para formar una base uniforme.
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En otro recipiente batí la crema de leche hasta que quede semimontada, es decir, con cuerpo pero sin llegar al punto firme. Agregala a la mezcla anterior con movimientos envolventes para conservar el aire y lograr un helado más cremoso.
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Incorporá las nueces tostadas picadas a la preparación y mezclá suavemente para distribuirlas de manera pareja. La textura final debe ser cremosa con trocitos visibles, como la que se aprecia en la presentación tradicional de este tipo de helado.
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Pasá la mezcla a un recipiente apto para freezer, tapá bien y llevá al congelador por unas dos horas. Retirá, mezclá con cuchara para romper cristales y volvé a llevar al freezer. Repetí este paso una vez más para obtener una textura más pareja.
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Dejá congelar por completo durante varias horas, preferentemente toda la noche. Antes de servir, dejá reposar a temperatura ambiente unos minutos para que el helado tome la consistencia justa. Serví en vasos o copas y espolvoreá con las nueces reservadas.
Consejos:
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Si querés un sabor más intenso, triturá una parte de las nueces hasta volverlas polvo y mezclalas con la leche fría antes de integrar el almíbar.
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Usar azúcar mascabo aporta color y un toque acaramelado que combina muy bien con las nueces.
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Podés reemplazar una parte del azúcar común del almíbar por miel para un aroma más suave.
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Si el helado queda demasiado firme al congelarse, dejalo a temperatura ambiente unos minutos; no conviene agregar más leche porque altera la textura.
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Para un contraste fresco, servilo con un toque de crema batida o acompañado de frutas cortadas.
Este helado de nuez es fácil de preparar y queda cremoso, parejo y con ese sabor clásico que nunca falla.
Una opción casera perfecta para disfrutar en familia.