Si te encantan los grisines y querés probar una versión casera que supere a cualquiera del supermercado, esta receta es ideal.
Son crocantes, sabrosos y llevan mucho queso. El resultado: palitos dorados que se deshacen en la boca.
Te recomendamos: 1 litro de leche, 1 yogur y medio limón son suficientes para preparar ¡El mejor queso casero!
Ingredientes
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500 g de harina 000
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7 g de levadura seca
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10 g de sal
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350 ml de agua tibia
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120 g de queso cheddar rallado
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80 g de queso parmesano rallado
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80 g de manteca fría
Preparación
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En un bol grande, mezclá la harina con la sal y la levadura seca.
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Incorporá el agua tibia y revolvé hasta formar una masa pegajosa. Al principio parece seca, pero con paciencia se une.
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Sumá el queso cheddar y el parmesano rallado. Mezclá bien hasta que los ingredientes estén distribuidos de forma pareja.
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Cubrí el bol con un repasador limpio y dejá reposar la masa durante 30 minutos a temperatura ambiente.
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Rallá la manteca fría directamente sobre la masa y hacé pliegues suaves: doblá la masa sobre sí misma unas 6 veces sin amasar demasiado.
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Volvé a cubrir el bol y llevá la masa a la heladera durante toda la noche.
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Al día siguiente precalentá el horno a 250°C. Colocá un recipiente con agua en la base del horno para generar vapor, esto ayuda a que queden más crocantes.
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Enhariná la mesada y volcá la masa con cuidado. Formá un rectángulo sin trabajarla demasiado.
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Cortá en tres tiras largas y cada una en cuatro partes iguales. Vas a obtener 12 porciones.
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Torcé suavemente cada grisín con las manos y acomodalos en una placa para horno cubierta con papel manteca.
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Tapalos con un repasador y dejalos levar 30 minutos.
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Horneá 10 minutos a 250°C, luego bajá la temperatura a 230°C y cociná otros 10 minutos.
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Dales la vuelta y cociná de 5 a 7 minutos más, hasta que estén bien dorados por todos lados.
Consejos:
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Para un sabor más intenso, podés sumar provolone rallado a la mezcla.
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Si no tenés papel manteca, engrasá la fuente con aceite y espolvoreá harina.
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Estos grisines se pueden conservar en frascos herméticos durante varios días.
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Son ideales para servir con dips, picadas o simplemente para picar a la tarde.
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Si querés hacerlos más finos, estirá más la masa antes de cortar.
Una receta ideal para agasajar o disfrutar en casa, con aroma a pan recién horneado y mucho sabor.