La tortilla de espinaca y queso es una de esas recetas fáciles que siempre vienen bien, tanto para un almuerzo rápido como para una cena liviana.
Su sabor es suave y nutritivo, con una textura cremosa gracias al queso derretido.
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Es una opción rendidora, económica y con un toque casero que conquista a todos.
Ingredientes
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6 huevos
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200 g de espinacas frescas
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100 g de queso rallado (puede ser mozzarella, pategrás o feta)
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1 cebolla pequeña, picada
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2 cucharadas de aceite de oliva
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Sal y pimienta al gusto
Preparación
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Lavar bien las espinacas frescas y escurrirlas para quitar el exceso de agua. Si las hojas son grandes, cortarlas en trozos más pequeños para que se integren mejor en la mezcla.
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En una sartén amplia, calentar el aceite de oliva a fuego medio. Incorporar la cebolla picada y rehogar hasta que esté tierna y transparente.
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Agregar las espinacas a la sartén y cocinar durante 2 o 3 minutos, revolviendo de vez en cuando, hasta que se reduzcan y queden marchitas. Retirar del fuego y dejar enfriar un poco.
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En un bol grande, batir los huevos hasta que la mezcla quede homogénea. Incorporar el queso rallado y mezclar bien.
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Añadir la cebolla y las espinacas cocidas a los huevos, y condimentar con sal y pimienta al gusto. Integrar todo con una cuchara de madera o espátula.
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Volver a calentar la sartén a fuego medio-bajo y verter la preparación, distribuyéndola de manera uniforme.
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Cocinar durante unos 5 a 7 minutos hasta que los bordes comiencen a cuajar, moviendo ligeramente la sartén para que no se pegue.
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Con ayuda de un plato grande o una tapa, dar vuelta la tortilla con cuidado. Cocinar del otro lado durante unos 5 minutos más, hasta que esté dorada y firme en el centro.
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Retirar del fuego y dejar reposar un par de minutos antes de cortar en porciones.
Consejos:
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Si querés una tortilla más esponjosa, podés batir las claras aparte hasta que estén firmes y luego incorporarlas suavemente a las yemas antes de añadir el resto de los ingredientes.
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Para un sabor más intenso, probá usar quesos con carácter como el parmesano o el provolone.
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Si te gusta con más vegetales, podés sumar morrón rojo, zucchini o champiñones salteados junto con la cebolla.
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Para evitar que la tortilla se pegue, es fundamental usar una sartén antiadherente en buen estado y calentar el aceite de manera pareja antes de verter la mezcla.
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Esta tortilla se puede servir caliente recién hecha, pero también es deliciosa a temperatura ambiente, ideal para llevar en viandas o picnics.
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Si querés darle un toque extra, podés gratinarla en el horno con un poco de queso rallado por encima hasta que quede dorada.
Una receta práctica y deliciosa que combina lo mejor de la verdura con el sabor del queso, logrando un plato casero que siempre resulta un éxito.