El pollo al ajillo es una de esas recetas clásicas que nunca fallan: simple, económica y con un aroma irresistible gracias al ajo y al vino blanco.
Perfecta para preparar en poco tiempo y acompañar con la guarnición que más te guste, desde papas al horno hasta una ensalada fresca.
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Ingredientes
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1 kg de pollo troceado (pata, muslo, pechuga o lo que prefieras)
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2 cabezas de ajo
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400 ml de vino blanco
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1 taza de aceite de oliva
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Sal y pimienta negra a gusto
Preparación
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Colocá los trozos de pollo en un bol, agregales sal y pimienta, mezclá bien y dejá reposar unos minutos.
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En una sartén grande, volcá la taza de aceite y sumá los dientes de ajo enteros, con cáscara y un pequeño corte en el centro.
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Cociná a fuego medio, moviéndolos constantemente hasta que empiecen a dorarse. Retiralos y reservá en un plato.
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En el mismo aceite caliente, agregá los trozos de pollo y subí el fuego al máximo para sellar y dorar de ambos lados.
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Una vez que el pollo esté dorado, retiralo y reservá. Quitá el exceso de aceite de la sartén, dejando solo un poco para continuar la cocción.
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Volvé a colocar el pollo en la sartén, bajá el fuego a medio y añadí el vino blanco junto con los ajos reservados.
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Cociná a fuego mínimo durante 15 minutos, dejando que el vino se reduzca y se impregne en la carne.
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Retirá del fuego y serví caliente con la salsa que quedó en la sartén.
Tips y consejos:
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Para que el plato tenga más aroma, podés usar ajos orgánicos o incluso asarlos unos minutos antes de sumarlos a la preparación.
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Si querés una versión más liviana, usá menos aceite y dorá el pollo en una plancha o sartén antiadherente, agregando apenas un chorrito de oliva.
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Este plato combina muy bien con papas al natural, puré cremoso o papas fritas, pero también con ensaladas frescas para equilibrar el sabor fuerte del ajo.
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Podés añadir hierbas como perejil, tomillo o romero al final de la cocción para darle un toque extra de frescura.
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Si no tenés vino blanco, reemplazalo por caldo de pollo casero: el sabor quedará más suave pero igualmente delicioso.
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Para que el pollo quede bien jugoso, evitá cocinarlo demasiado tiempo; con 15 a 20 minutos alcanza para que se impregne de sabor sin secarse.
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La salsa que queda en la sartén es tan rica que conviene acompañar este plato con pan casero o una baguette para aprovecharla al máximo.
El pollo al ajillo es de esas recetas que se disfrutan sin complicaciones, con pocos ingredientes y un sabor intenso que conquista a todos.
Una opción fácil, casera y rendidora para cualquier día de la semana.