La pasta alla carbonara es uno de los platos más famosos de la cocina italiana.
Su sabor intenso y su textura cremosa la hacen única. Aunque lleva pocos ingredientes, el secreto está en la técnica.
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Ingredientes
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300 g de pasta seca (idealmente spaghetti o rigatoni)
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150 g de guanciale (o panceta en su defecto)
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6 yemas de huevo
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50 g de queso pecorino romano rallado
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40 ml de agua de cocción de la pasta
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Pimienta negra recién molida (cantidad a gusto)
Preparación
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Poné una olla grande con abundante agua y un poco de sal a hervir para cocinar la pasta.
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Mientras tanto, cortá el guanciale en tiras finas y llevá a una sartén grande a fuego medio. Cociná hasta que esté dorado y crocante. No agregues aceite: el guanciale soltará su propia grasa.
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En un bowl, batí las 6 yemas con el queso pecorino rallado y una buena cantidad de pimienta negra. Agregá 40 ml del agua caliente de cocción de la pasta y mezclá hasta obtener una crema espesa. Reservá.
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Cociná la pasta hasta que esté al dente según las instrucciones del paquete. Una vez lista, escurrila (reservando un poco más del agua de cocción) y agregala directamente a la sartén con el guanciale.
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Apagá el fuego de la sartén para que no se cocinen las yemas al incorporarlas. Agregá la mezcla de yemas, queso y agua caliente, mezclando todo rápidamente. Esto evitará que se coagule el huevo y se transformará en una salsa sedosa.
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Si ves que queda demasiado espeso, podés agregar una o dos cucharadas del agua de cocción reservada para aligerar la mezcla.
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Serví inmediatamente con un poco más de pecorino rallado y pimienta negra por encima.
Consejos:
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El guanciale es el ingrediente original de la carbonara, pero si no conseguís podés reemplazarlo por panceta. En lo posible, que sea ahumada y con algo de grasa.
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El queso pecorino romano puede ser fuerte para algunos paladares. Si preferís un sabor más suave, reemplazalo por una mezcla de pecorino y parmesano, o sólo parmesano rallado.
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No uses crema de leche: la carbonara auténtica no lleva crema. La textura cremosa se logra con las yemas, el queso y el agua caliente.
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Es fundamental retirar la sartén del fuego antes de agregar las yemas. El calor residual es suficiente para crear la emulsión perfecta sin que el huevo se cocine tipo revuelto.
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Usá pimienta negra recién molida para un aroma intenso y más profundo.
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Esta receta no lleva ajo ni cebolla. La clave está en la simplicidad de sus ingredientes.
Una pasta tradicional, intensa y simple, que te transporta directo a Roma con cada bocado.
¡Ideal para un almuerzo especial o una cena rápida llena de sabor!