Este bizcochuelo de manzana tiene todo el sabor de las recetas tradicionales: dulce, húmedo y con ese perfume a frutas y miel que inunda la cocina.
Es una receta de las de antes, de esas que se preparaban sin apuro, mezclando ingredientes simples con mucho cariño.

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Ideal para disfrutar en la merienda o compartir con la familia en un día fresco.
Ingredientes
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200 ml de agua
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180 g de azúcar
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3 cucharadas colmadas de miel
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1 cucharadita de polvo de hornear
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½ cucharadita de jugo de limón
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125 ml de aceite neutro (girasol o maíz)
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100 g de frutos secos picados (nueces, almendras o lo que tengas a mano)
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100 g de orejones (damascos secos o duraznos secos)
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380 g de harina de trigo
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1 a 2 manzanas grandes (dependiendo del tamaño)
Preparación
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Precalentá el horno a 180 °C y enmantecá un molde redondo alto. Si querés, podés colocar papel manteca en la base para facilitar el desmolde.
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En una ollita pequeña, colocá el agua, el azúcar y la miel. Llevá a fuego medio hasta que el azúcar se disuelva por completo. Dejá enfriar unos minutos.
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Agregá el aceite y el jugo de limón a esa mezcla tibia y revolvé bien hasta integrar.
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Pelá las manzanas y rallá una o una y media de ellas. Reservá algunas rodajas finas para decorar la superficie antes de hornear.
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En un bol grande, mezclá la harina con el polvo de hornear.
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Verté los ingredientes líquidos sobre la harina y mezclá con una cuchara o espátula hasta obtener una masa espesa y homogénea.
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Incorporá las manzanas ralladas, los frutos secos picados y los orejones cortados en trocitos pequeños. Mezclá hasta que queden bien distribuidos en la masa.
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Verté la preparación en el molde y alisá la superficie. Colocá las rodajas de manzana que reservaste, formando un diseño decorativo en la parte superior.
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Llevá al horno y cociná entre 45 y 55 minutos, o hasta que al insertar un palillo en el centro, salga limpio.
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Retirá del horno y dejá enfriar unos minutos antes de desmoldar. Luego colocá el bizcochuelo sobre una rejilla hasta que se enfríe completamente.
Tips y consejos:
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Si querés un sabor más intenso, podés agregar una pizca de canela o nuez moscada a la masa.
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Los orejones pueden reemplazarse por pasas de uva, trozos de ciruela seca o frutas abrillantadas.
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Si te gusta un acabado brillante, pincelá la superficie con un poco de miel diluida en agua apenas saques el bizcochuelo del horno.
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Para una versión más húmeda, reemplazá parte del agua por jugo de manzana natural.
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Se conserva muy bien durante varios días si lo guardás envuelto en papel film o en un recipiente cerrado.
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Podés acompañarlo con crema chantilly o una bochita de helado de vainilla para un postre más completo.
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Si preferís una textura más liviana, tamizá la harina antes de usarla y no sobremezcles la masa.
Este bizcochuelo de manzana de la abuela es una receta que combina la tradición y el sabor casero de toda la vida.
Perfecto para acompañar el mate, el café o simplemente disfrutarlo tibio recién salido del horno.