El bizcochuelo es uno de esos clásicos que nunca fallan: esponjoso, suave y versátil.
Lo mejor es que con pequeños cambios podés adaptarlo a tu gusto, hacerlo más saludable o darle un toque distinto con frutas.

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A continuación, tres recetas fáciles para disfrutar en casa.
Bizcochuelo clásico de vainilla
Ingredientes
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4 huevos
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200 g de azúcar
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200 g de harina leudante
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1 cucharadita de esencia de vainilla
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50 ml de leche
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50 ml de aceite neutro
Preparación
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Batir los huevos con el azúcar hasta que la mezcla quede espumosa y clara.
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Agregar la esencia de vainilla y el aceite, integrando bien.
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Incorporar la harina tamizada de a poco, alternando con la leche.
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Volcar la mezcla en un molde enmantecado y enharinado.
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Hornear a 180 °C durante 35 a 40 minutos, hasta que al pinchar salga limpio.
Bizcochuelo integral con miel
Ingredientes
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3 huevos
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100 g de azúcar mascabo
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100 g de harina integral
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50 g de harina común
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3 cucharadas de miel
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70 ml de aceite de girasol
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1 cucharadita de polvo de hornear
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Ralladura de limón
Preparación
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Batir los huevos con el azúcar mascabo y la miel hasta que espesen.
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Agregar el aceite y la ralladura de limón.
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Incorporar las harinas mezcladas con el polvo de hornear.
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Verter en un molde enmantecado y enharinado.
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Cocinar en horno precalentado a 170 °C durante 35 minutos aproximadamente.
Bizcochuelo de frutas frescas
Ingredientes
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3 huevos
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150 g de azúcar
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180 g de harina leudante
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50 ml de aceite neutro
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100 g de duraznos, peras o manzanas en cubos pequeños
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1 cucharadita de esencia de vainilla
Preparación
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Batir los huevos con el azúcar hasta que doblen su volumen.
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Añadir la esencia de vainilla y el aceite.
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Incorporar la harina tamizada en forma envolvente.
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Agregar los trozos de fruta, mezclando suavemente.
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Pasar la preparación a un molde y hornear a 180 °C durante 35 minutos.
Consejos:
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Para un bizcochuelo más húmedo, podés reemplazar parte de la leche por yogur natural.
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Si querés que quede más esponjoso, separá las claras y batilas a nieve antes de incorporarlas.
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Usá frutas de estación para aprovechar su sabor natural y reducir el azúcar agregado.
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Siempre dejá enfriar el bizcochuelo antes de desmoldar para que no se rompa.
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Podés espolvorear con azúcar impalpable o cubrir con una capa fina de mermelada casera.
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Si lo hacés integral, agregá una cucharada de semillas de lino o chía para sumar textura y nutrientes.
Un bizcochuelo casero siempre alegra la mesa, y estas tres variantes son ideales para probar algo distinto sin complicarse.